
De manera general, entendemos el esfuerzo como el empleo enérgico de la fuerza física, la voluntad o el ánimo contra algún impulso o resistencia. El esfuerzo no se centra en la consecución de un fin sino en los medios utilizados para alcanzarlo. Esforzarse no siempre supone lograr el objetivo, pero siempre es necesario para conseguir cosas importantes, incluso en un mundo como el nuestro en el que las máquinas han hecho que nuestra vida sea más sencilla.
Como vamos a ver el deporte es un ejemplo magnífico de actividad en la que el esfuerzo es necesario no sólo para ganar, que no es el fin principal, sino para ir superándose día a día. Muchos deportistas nos han enseñado el valor del esfuerzo y la superación personal venciendo sus miedos y sus dificultades.
El compromiso, en cualquier ámbito, es el grado de implicación que tenemos con respecto a nuestros compañeros y a la propia actividad. Estar comprometido significa poner todos los medios a nuestro alcance para conseguir un objetivo sin importar el tiempo que sea necesario o el esfuerzo que debamos realizar.
En el campo del deporte encontramos muchos ejemplos de compromiso personal y colectivo en la idea común de superarse día a día, de llegar más lejos, de hacerlo mejor. El deportista comprometido no duda en darlo todo para que su equipo se beneficie. Las figuras del entrenador y de los padres son básicas en el desarrollo del compromiso de los jóvenes deportistas.